Luz de luna en una noche de sombras, el silencio del transito ataca la paz del descanso… pero mientras la mayoría se encuentra ya en sus hogares yo sufro la indiferencia del clima invernal, miro mi reloj, sube una vez mas en mi ese escalofrío que solo sucede cuando espero al colectivo después de la facultad, las agujas se acercan a las 23:15, observo a mi alrededor, calles vacías, Campana en esos momentos podría asemejarse a un sitio donde ocurren sucesos atroces, donde el mal se apodera de todo y todos, sin embargo quien sufre cien años se termina acostumbrando de ciertas cosas, al menos de forma parcial, e inclusive se comienza a divertir con las fugaces nuevas victimas de ignorancia. Mi reloj marca las 23:20, comienza mi temblor, una fragancia a tilo inunda el ambiente, un viento helado que escandaliza recorre las calles, miro hacia la dirección correcta y observo venir el famoso 228 rojo, amarillo y azul, se acerca muy despacio, son en circunstancias como hoy en las que cuento con una compañera ocasional de espera en las que esta le hace seña para que se detenga pero indiferente, el chofer, continua sin siquiera dudar o intentar la menor maniobra de frenado, una vez que se aleja yo dejo de temblar y tratando de recuperar la compostura le digo
-Jamás para, es un colectivo fantasma-
-¿Un colectivo fantasma?, eso no existe-
La miro con piedad y comienzo el monologo…
“La verdad no se cuando comenzó, en que momento su recorrido se volvió repetitivo hasta ser un espejo, lo que si puedo decirte es que ese es un colectivo fantasma, ¿Qué como lo se?, cuando comencé mi carrera acá en la facultad solía salir muy seguido antes de las 23:00 y subía al primero que pasaba, en uno de esos días escuche hablar a dos hombres mayores acerca de un colectivo que jamás se detenía, era la segunda vez que escuchaba acerca de el, un colectivo fantasmagórico, para que me entiendas fantasma, ahí me propuse averiguar que tan cierto era, claro que estos muchachos lo identificaban como el que pasaba a las 22:45, cuando bajaron tome el boleto que dejaron sobre el asiento y después de un par de cálculos simples saque la cuenta de que, en teoría por el horario en el cual ellos hablaban, pasaría por acá entre las 23:15 y las 23:25…”
Se escucha un maullido y un gato atraviesa la calle
“…No te pongas ansiosa, todos viven apurados hoy en día, el próximo colectivo pasa a las 23:45, hay tiempo para que escuches la historia completa, ¿Dónde quede? A si… Bueno, haciendo cálculos saque la conclusión de la hora en que pasaría por esta parada, no seria un digno estudiante de ingeniería si no pudiera resolver cálculos tan sencillos con mi mente, al día siguiente incrédulo ante la posibilidad de que la gente asimilara semejantes tonterías deje pasar el colectivo que siempre tomaba y espere al fantasma, el nerviosismo por verlo me hizo pasar una mala jugada, cada tres minutos observaba mi reloj, recuerdo que mientras se acercaba la hora sentí un fuerte olor a tilo, al final gracias a mi ineficaz manera de esperar pude comprobar que eran las 23:20 exactas en el momento de su llegada, estire mi brazo en ademán para que parara pero nada ocurrió, el chofer no se digno ni a mirarme, enojado y ofendido aun insistí al día siguiente y también en los posteriores, cada vez fui haciendo señas mas efusivas, e incluso en una ocasión llegue a gritarle, pero jamás me miro y menos aun freno, al mes caduque en mi esfuerzo, pensé que solo era casualidad, una rara casualidad, que no debía obsesionarme con el problema, después de todo a menos que fuera intencional no tendría la necesidad de viajar en él…”
Un frenado me sorprende
“…Ya vamos a llegar al quid de la cuestión, al meollo del asunto pero haceme el favor de subir al colectivo, de lo contrario tenemos que esperar al próximo y son como treinta minutos más, subí, subí, sentate por allá atrás que pago y te termino de contar la historia, hasta el barrio Héroes de Malvinas chofer, bien, no es muy lejos donde me bajo así que hace silencio y dejame contarte el final de todo esto… Te decía que intente por todo los medios que se detuviera, inclusive una vez pensé en ponerme en frente cuando pasara pero mi cordura pudo mas y me decidí a no hacerlo, te imaginas si no frenara y siempre y cuando no fuera un fantasma que me atravesara, después tendrían que buscarme de a pedacitos a lo largo de varios kilómetros, deje todo tal y cual estaba pero el destino se divierte con uno, al año siguiente ocurrió lo grave, no se muy bien como pero resulto que todos los días salía a las 23:10, si, como lo imaginas, era muy temprano para el colectivo anterior y demasiado tarde para irme caminando, al principio me abstuve de hacerle seña al colectivo fantasmagórico, sabia que no se iba a detener, al tiempo alterne a la aceptación, si sabia que no se iba a detener ¿Por qué no hacerle seña para que pare?, al fin y al cabo ya sabia cual era el resultado…”
Mira su reloj con impaciencia
“…¿otra vez con el apuro? dejame contarte todo y tal cual fue, si seguís interrumpiendo seguro me voy a saltear algo y al final no me vas a creer, ¿Me vas a dejar terminar? Esta bien, te tomo la palabra de que no me vas a volver a interrumpir… Continuo, ya casi termino, la suerte decidió que fuera el espectador sublime de este colectivo, al menos, diferente, cuando comencé a hacerle señas para que pare aun a sabiendas de que no lo haría empecé a notar que ese colectivo estaba repleto en todas las ocasiones, no cabía un alfiler, sin embargo siempre se veían los mismos rostros preocupados, delante de todos una enfermera con su uniforme que abre algo parecido a su cartera contado el dinero una y otra vez, ignoro de que le servirá eso en la otra vida, mas atrás dos policías sentados y un bombero parado, también de uniforme, creo que deben haber fallecido en servicio y por eso llevan puestos sus trajes, ellos hablan pero por su posición se ve que lo hacen sin voluntad propia, como si tuvieran que repetir en continuo un dialogo para nada novedoso, mas atrás una chica rubia que viaja con los ojos cerrados y su rostro dirigido al cielo, supongo que se preguntara que ha hecho para merecer ese castigo, además de ellos hay algunos espíritus mas que no vale la pena mencionar, pero todos esos entes poseen esas miradas tristes de resignación, de dolor y de pena, créeme, en mis siete años que me llevo la carrera siempre son los mismos rostros y las mismas posiciones, exceptuando, claro esta, alguna ocasión en la que alguno de ellos no viaja, supongo que inclusive las almas se merecen descansar un día entre eternidad y eternidad, sin embargo sigo en mi postura de que son todos fantasmas así como lo es el colectivo…”
Me levanto apurado y me paro en las escaleras, mi parada esta cerca
“…¿No me crees?, ¿pensas que te quiero engañar? Por los libros que he notado que llevas asistís a la misma carrera que yo, vas a ver como una y otra vez el colectivo fantasmagórico continua sin poder detenerlo, en cuanto pasen los años vas a comenzar a creerme, ¿Que como lo se? Cuando yo inicie la carrera una chica que estaba terminando me lo contó, al principio no le creí, como vos no me crees a mi, pero después de un tiempo termine dándole la razón, ¿Verme a mi para comprobarlo juntos? No, yo fui a rendir mi ultima materia y con suerte nunca mas tendré que pisar el suelo de esa parada de colectivos, debe ser por eso que sentí ganas de contar esto, es mi forma de transmitir la leyenda, ahora te toca a vos sufrirlo y quien sabe, seguro cuando estés a punto de recibirte vas a encontrar a alguien en la parada de colectivos y después de ver como el tren fantasmagórico no se detiene ante sus señales te vas a acercar y le vas a decir… “nunca para, es un colectivo fantasma…”.
miércoles, 28 de julio de 2010
lunes, 19 de julio de 2010
El sauce llorón
El sauce llorón suspira…
“Por favor hormigas laboriosas, no corten todas mis hojas, se que necesitan alimentar a sus pequeños pero entiendan que esas hojas también me brindan el alimento a mi, toma algunas pero no dañes las mas altas ni a los nuevos brotes o mi fin acarreara el tuyo también”
Las hormigas lo escuchan y reducen su faena
El sauce llorón suspira…
“Por favor hornero constructor, no rompas mis pequeñas ramas en pos de construir un hogar a tu familia, toma aquellas ramas que el tiempo a desperdigado entre mis raíces y junto con el barro y tu habilidad, tu familia tendrá donde guarnecerse de la inclemencia del clima, si mucha de mi savia es volcada mi vida se extingue y tu perderías un lugar seguro para tu nido”
El hornero la oyó y dejo sus ramas tranquilas
El sauce llorón suspira…
“Por favor tormenta impiadosa, tu que ante nadie te detienes y que digna de respeto eres, deja de sacudir mi cuerpo, ¿no notas que los años me han deteriorado?, ya no soy aquel pequeño árbol que se divertía entre tus ráfagas, no sientas que te insulto, solo te pido que tengas en cuenta que entre mis hojas y mis ramas juegan tus capullos, ¿Dónde irían si no estuviera yo aquí?”
La tormenta no desconoció aquellas palabras y amaino su vendaval
El sauce llorón suspira…
“Por favor hombre ingenioso, aunque tu capacidad te permite utilizar cada parte de mi ser, no olvides que también soy un ser viviente, que rió, que sufro y que temo, se que conmigo puedes crear un hogar reconfortante, un fuego que acerca los recuerdos, alimentos que sacian los dolores y muchas cosas mas, pero no te olvides de todas las criaturas que dependen de mi, toma lo que precises pero no acabes con mi vida”
El hombre inescrutable lo ignora y leña hasta acabar con él, sin saberlo el hombre marca el trágico fin de las hormigas laboriosas, del hornero constructor, de la tormenta impiadosa y el suyo mismo.
“Por favor hormigas laboriosas, no corten todas mis hojas, se que necesitan alimentar a sus pequeños pero entiendan que esas hojas también me brindan el alimento a mi, toma algunas pero no dañes las mas altas ni a los nuevos brotes o mi fin acarreara el tuyo también”
Las hormigas lo escuchan y reducen su faena
El sauce llorón suspira…
“Por favor hornero constructor, no rompas mis pequeñas ramas en pos de construir un hogar a tu familia, toma aquellas ramas que el tiempo a desperdigado entre mis raíces y junto con el barro y tu habilidad, tu familia tendrá donde guarnecerse de la inclemencia del clima, si mucha de mi savia es volcada mi vida se extingue y tu perderías un lugar seguro para tu nido”
El hornero la oyó y dejo sus ramas tranquilas
El sauce llorón suspira…
“Por favor tormenta impiadosa, tu que ante nadie te detienes y que digna de respeto eres, deja de sacudir mi cuerpo, ¿no notas que los años me han deteriorado?, ya no soy aquel pequeño árbol que se divertía entre tus ráfagas, no sientas que te insulto, solo te pido que tengas en cuenta que entre mis hojas y mis ramas juegan tus capullos, ¿Dónde irían si no estuviera yo aquí?”
La tormenta no desconoció aquellas palabras y amaino su vendaval
El sauce llorón suspira…
“Por favor hombre ingenioso, aunque tu capacidad te permite utilizar cada parte de mi ser, no olvides que también soy un ser viviente, que rió, que sufro y que temo, se que conmigo puedes crear un hogar reconfortante, un fuego que acerca los recuerdos, alimentos que sacian los dolores y muchas cosas mas, pero no te olvides de todas las criaturas que dependen de mi, toma lo que precises pero no acabes con mi vida”
El hombre inescrutable lo ignora y leña hasta acabar con él, sin saberlo el hombre marca el trágico fin de las hormigas laboriosas, del hornero constructor, de la tormenta impiadosa y el suyo mismo.
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